sábado, 31 de marzo de 2007

TINIEBLAS III. EL FINAL....


Esta mujer se implicó en cuerpo y alma con su paciente, estuvieron charlando casi una hora; tiempo
en el que pudo contarle la experiencia de la tarde anterior con el abuelo, y el detalle de que pudo jugar esa partida y que recordó todo el entramado del juego.
- Marina, no quiero hacerte más ilusiones que las justas, pero no sabes que ese detalle del ajedrez es una fantástica noticia, eso puede ser un primer paso muy importante. Porque te recuerdo que cuando te trajeron acá, ni siquiera hablabas y mucho menos aceptabas el más mínimo acercamiento, ni para ofrecerte algo de comer.
Marina recordaba esos primeros momentos, aunque eran recuerdos vagos, es más ni siquiera sabía donde la encontraron, ni en que condiciones e incluso en que parte del mundo estaba...Era algo que hasta ahora no le había interesado pero desde este momento sintió la necesidad de saber más, por lo menos lo poco que hasta ahora le pudieran contar.
-Doctora desde que llegué acá, nunca he preguntado nada de como me encontraron, cuales fueron las circunstancias y como llegué aquí. -Hablaba de forma pausada, como rebuscando en su mente las palabras exactas y ordenarlas de forma correcta- Creo que ha llegado el momento de querer saberlo, quiero que me cuente todo lo que sepa, ahora si tengo esa necesidad.
Mientras, la luz del sol que entraba por la ventana se fue nublando, como augurio de su triste historia.
-Poco podemos decirte Marina. Te encontraron en un café, llevabas horas y horas sentada en una de las mesas, no sabías quien eras, no recordabas nada y con un pequeño equipaje de mano, el cual sabes lo que contenía pues son las escasas pertenencias que guardas celosamente en tu habitación. No hay más referencias.
Ahora no la miraba a los ojos, Su voz se iba haciendo cada vez más grave, temiendo hacer un daño irreparable en la frágil memoria de su paciente.
-Pero ¡no puede ser! ¡Luís debe andar buscándome, él me ama, lo dice en cada una de las frases que escribió en sus cartas!
Su llanto descontrolado, le impedía respirar, coordinar las palabras. La angustia se apoderó de su garganta, le faltaba el aire, su corazón empezaba a latir desbocado.
-¡Ese hombre me adora, soy la mujer de su vida!
Salió desesperada de la consulta, perdida. Corrió, todo le daba vueltas… las puertas de la clínica estaban cerradas, se giró hacia las escaleras, le parecieron interminables hasta verse refugiada de nuevo en su estancia, no quería saber nada del mundo, sentía que se acababa su vida, su ilusión.
Desde ese instante Celia supo que nada podría hacer por ella, esa hermana tan llena de vida hacía solo unos meses. Todo se fue al traste cuando él la dejó y desde ese momento su mente se paró en seco, las falsas palabras de amor fueron su refugio y allí decidió quedarse instalada de por vida.
Abandonó la consulta descorazonada; era tan triste ver que nada se podía hacer por ella, maldito trabajo en el que todo se derrumba y ves que todas las terapias son tan estériles para alguien tan querido.
Bajó a la sala, ahora tocaba lo peor, dar la noticia a su anciano padre.
Él la esperaba tan ilusionado para otra partida de ajedrez…
No hicieron falta palabras, cuando vio entrar a su hija menor, con solo mirarle a los ojos supo que el intento había quedado en eso, en una ilusión efímera y que jamás podría recuperar a su niña Marina.
Con paso cansino y cabizbajo salieron de la clínica.
Marina los observaba desde su ventana.
Pobre padre, tan mayor, que triste verlo así y su hermana, la niña que vio crecer y que cuidó con tanto mimo.
Pero sin Luís, no quería ese presente ni ese futuro. Después de él no había nada.
Y allí siguió sentada junto a los grandes ventanales, mientras las tinieblas volvían a aparecer.


jueves, 29 de marzo de 2007

TINIEBLAS II


...La despertó el alegre canto de los pájaros, felicidad, era exactamente la palabra que mejor describía su estado.
Por primera vez desde que su mente recordaba tenía esa sensación. Sentirse así era algo fantástico. Por primera vez tenía ganas de levantarse, de ducharse, e incluso tenía hambre. Sencillamente maravilloso.
En su mente solo estaba encontrase con el abuelo, que por cierto ni siquiera sabía su nombre... Aunque eso no era importante y ahora que recordaba, tampoco ella se había presentado, en realidad aún le costaba dar el nombre de Marina, le resultaba tan impersonal. Solo unas cartas, sí llenas de amor, pero solo eso unos papeles a fin de cuentas.
Sabía que esta mañana irremediablemente tenía que pasar por la consulta del doctor, era algo que le inquietaba enormemente, aunque era amable, lo sentía distante sin entusiasmo por lo que hacía, pero sabía que era algo obligado.
Hacía un día caluroso así que eligió una camiseta de tirantes y unos vaqueros gastados, se recogió el pelo en una coleta. En ese momento sonaron unos golpes secos en la puerta de su habitación, era la señora pilar. La mujer que se encargaba no solo de la limpieza de la habitación, la señora pilar se había convertido casi en una madre, de unos 60 años, siempre estaba pendiente de su estado, de sus obligaciones, que eran bien pocas.
-Marina, le recuerdo que tiene que visitar al doctor, ya no puede evitarlo más, si no lo hace solo conseguirá problemas y que su estado general empeore.
Solo por la forma en que se lo pedía era imposible negarse.
-Si Pilar, no se preocupe hoy me siento con más ánimos para ver al señor “cara de acelga”.
La señora, pareció no escuchar este último comentario, solo le hizo el gesto de que salieran y bajaran a desayunar. Y de nuevo esa frase ¡ufff! ” No deberías tomar el café con leche, eso es un crimen”.
Bueno, preparada para mi visita, lo que quería era que pasase lo más rápido posible para ir a buscar a su amigo.
Hay suerte, nadie más en la sala de espera, y la puerta entreabierta, señal que no había ningún paciente.
-¿Se puede?
-Si claro pasa por favor.
Una chica joven, de sonrisa amable la miraba atentamente.
-Perdón, yo venía buscando al doctor Serrano ¿No está?
-Me temo que no, y también me temo que no va estar en lo sucesivo. Soy tu nueva doctora. Mi nombre es Celia.
En verdad, esa chica no imaginaba lo poco que ella sentía ese cambio, pareciera que todo empezaba a serle favorable, por lo menos no tenía nada que ver con el aspecto del
Doctor Serrano.
Era muy joven, no debía pasar de los 27 ó 28 años, pelo abundante y rizado, gafas y una mirada limpia. No sabia por qué, pero esa chica le hacía sentirse a gusto, en confianza para poder contarle muchas mas cosas o sensaciones que al doctor, y aunque eso no ayudase a su recuperación, por lo menos sospechaba que ahora si iba a ser escuchada.
-¡Y bueno Marina!
Fue la doctora la que la despertó de sus pensamientos. Se sintió ridícula, no sabía cuanto tiempo había estado abstraída.
- Cuéntame que tal te encuentras hoy, he estado revisando tu historial y bueno poco se puede sacar en claro.
Su semblante serio, reflejaba interés y profesionalidad, cosa que le sorprendió por su juventud.
-Realmente no se cual debía ser mi estado...bueno si lo sé -Las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas de forma incontrolada, mientras seguía echando fuera toda esa rabia contenida- Esta maldita memoria me ha jugado la peor de las pasadas de mi vida...si quisiera ponerse a funcionar...todo sería tan fácil
-Las causas de la amnesia, pueden ser muy variadas, así como las formas de recuperación –le interrumpió la doctora-
Su mirada y su sonrisa, la hacían sentirse cómoda, relajada; como si la conociera de hace tiempo
- De todas formas, continuó Celia, poco podemos hacer sin referencias de tu pasado, es más aunque las tuviésemos, de nada servirían si en tu memoria no están. Porque de lo que se trata, es que vuelvan tus recuerdos, que tu mente empiece a funcionar.
Y otra cosa, es imprescindible que tomes la medicación, y según tengo entendido, evitas tomarla siempre que puedes.
Marina escuchaba atentamente los consejos, y aunque nada nuevo le decían, sabía que tenia toda la razón, y desde ese instante se juró no volver a dejar de tomarla.La consulta duró más de lo que jamás hubiera durado con el doctor Serrano.

miércoles, 28 de marzo de 2007

TINIEBLAS I


Y ME ATREVÍ CON UN RELATO...Y ASI COMIENZA

Sentada junto a los grandes ventanales, por donde el sol entra derrochando su luz de forma insolente. Sus manos temblorosas, sostienen con cierta dificultad una taza de café caliente, bien cargado, solo manchado por unas gotas de leche; se lo acerca con movimientos lentos e inseguros, como si el camino por recorrer fuese infinito.
Un sorbo, y una sonrisa aparece en su rostro. La mirada perdida en algún recoveco de su mente, en algún momento agradable y una frase... solo una “no deberías tomar el café con leche, eso es un crimen”. Pero solo eso, sensaciones aisladas, sin conexión alguna entre ellas, excepto por esa voz. Esa voz dulce, masculina, tierna, sonora, volátil, etérea, que se pierde. Y luego la nada, el vacío, la oscuridad.
Y vuelve a sus recuerdos más cercanos, los únicos que si van quedando grabados en su corta memoria.
Pocas eran sus pertenencias. Ninguna le decían nada, pero eran suyas y sabía que eran parte de su pasado, ese pasado que quedó inmerso en el olvido. Estas pequeñas cosas eran el único cordón umbilical con su realidad.
Un ligero repaso a la estantería. La foto enmarcada en madera, sin duda quien eligió el marco tenía buen gusto. Era la panorámica de una ciudad, una ciudad luminosa, con un mar azul de fondo; un mar limpio, de aguas cristalinas. Más que un mar parecía una balsa.
Unos cuantos libros que ya había leído infinitas veces, queriendo encontrar en ellos, sin éxito alguno, una señal, un dato, un rayo de luz, de esperanza.
Su preciosa caja de madera, ocupaba un lugar importante. Gracias a lo que contenía pudo averiguar su nombre. Eran cartas, cartas de amor, de infinita ternura, dirigidas a Marina. Y firmadas por Luís, pero nada más. Ese era su único pasado.
Volvió a acercar lentamente sus labios hasta la taza, y la misma frase volvió a su memoria “no deberías tomar el café con leche, eso es un crimen”. Esa voz le llegaba como un susurro que acariciaba todo su ser, le hacía estremecerse.
Continuó tomando pequeños sorbos hasta que acabó su contenido y allí se quedó tras los cristales, con la mirada perdida buscando algo que diera luz a su vida.
La hora del paseo, hacía una mañana radiante, el calor del sol en su espalda era algo que siempre le reconfortaba. Sus pasos lentos arrastrando los pies, barriendo cada hoja que se encuentra a su paso, las manos en los bolsillos, mirando al suelo; el ruido de las hojas secas al romperse le resultaba relajante, distraído y sin embargo sentía que era algo absurdo, que se estaba alejando cada vez más de la realidad, que con tanto rebuscar en su memoria solo estaba consiguiendo aislarse, aislarse del mundo en el que ahora estaba.
¿Importaba realmente cual había sido su pasado o lo importante era que estaba viva?
¡Si! Eso ya era razón más que suficiente para relacionarse con el mundo que le rodeaba.
Con paso decidido, entró en el recibidor de la clínica; porque ella sabía que estaba en una especie de pequeño hospital. Pero esta vez no agachó su cabeza para dirigirse a las escaleras que la conducían a su pequeño espacio.No sin vacilar, se dirigió a la sala donde se reunían los demás habitantes de este lugar.Ya justo delante de la puerta empezó a sentir pequeños escalofríos, sabía que era algo que tenía que vencer; así que dio un pequeño empujón y las puertas se abrieron de par en par, el corazón casi paralizado por el miedo, solo fue una falsa alarma.
Nadie se giró para mirarla. Esperaba sentirse observada, intimidada, pero absolutamente nadie notó su presencia. Era como si cada uno, anduviese abstraído en su propio mundo.
El lugar era agradable: las ventanas dejaban al descubierto el jardín bien cuidado, rodeado de jacarandas y jazmines en plena floración. Las mesas distribuidas de forma irregular, algunas estanterías cubrían la mitad inferior de las paredes. Gran cantidad de dibujos, decoraban la parte superior.
Al fondo cuatro mujeres, que debían estar entre los 60 y 70, jugaban a las cartas. Un chico, joven, alto y extremadamente delgado, dibujaba sobre una mesa colocada estratégicamente cerca de uno de los ventanales.
El primer personaje que le llamó la atención y le provocó infinita ternura fue un abuelo, bastante mayor. Abundante pelo de un blanco casi nacarado, una mano apoyada en la sien. Una mano grande y huesuda. Jugaba totalmente ensimismado al ajedrez... Con... ¡un adversario invisible! Debía estar ganándole por su cara de preocupación.
Se acercó lentamente y pensó que él sería la primera persona con la que establecería contacto. Ahora tocaba iniciar una conversación, pero en realidad no sabia como. Llevaba demasiado tiempo sin comunicarse con nadie, excepto el doctor Serrano, que intentaba volver a ubicarla en este mundo, sin demasiado éxito hasta ahora y la señora Pilar que se encargaba de la limpieza y de su alimentación. Un ligero carraspeo para aclarar su voz, quizás ni siquiera le saliera sonido alguno....
-Hola ¿Qué tal la partida?
-Si quiere puede quedarse y disfrutarla, está resultando muy interesante.
Era exactamente como se lo había imaginado cuando lo divisó al entrar. Una sonrisa amplia, y ojos cansados, pero solo por el paso de los años, porque en realidad todo él irradiaba ternura.
Ese comentario y la expresión del abuelo, le devolvieron algo de confianza.
Decidió sentarse justo en la silla que él ya le había dispuesto a su lado.
Aún vacilando le dio unas tímidas gracias.
Justo en ese momento se acercó a su oído y con una expresión casi de niño travieso le dijo en tono muy bajo.
-No le presento a mi adversario porque en realidad, no existe tal personaje, únicamente que todos estos son tan malos jugando al ajedrez que prefiero hacerlo yo solo.
-Ja, ja, ja. Las carcajadas de Marina retumbaron de manera estrepitosa por toda la estancia.
Y ahora si que todos notaron su presencia , se sintió observada, pero no fue una sensación desagradable, mas bien sintió que estaba viva y que ya contaba con alguien que le brindaba no solo su compañía sino que además, la había hecho su única confidente.
Su atención se centró en el tablero, y aunque lo que realmente hubiese querido era continuar charlando, no quiso volver a interrumpir a su nuevo amigo. El abuelo continuaba totalmente ensimismado en su juego. En un momento levantó su mirada y con una sonrisa amplia, se dirigió a Marina.
-¿Se atrevería a jugar conmigo? Adelante señorita -Y con un gesto la invitó a sentarse frente a él-.
Marina no podía ni imaginar cuanto tiempo llevaba él esperando ese momento.
Ella no se había dado cuenta, no se había percatado. Pero ahora justo sentada delante de las figuras, tenia la total seguridad que este juego no le era desconocido. Esto no solo suponía que su memoria recordaba parte de su pasado, sino que era capaz de recordar jugadas específicas y estrategias.
Fue una partida entretenida y aunque a punto estuvieron de quedar en tablas, fue el abuelo quien finalmente dio el jaque mate.
-Muy bien señorita, ha sido un placer compartir esta partida con usted, le reto a otra, cuando usted lo desee, ya sabe donde me puede encontrar y con un apretón de manos se despidieron.
Esa noche pudo conciliar el sueño mucho mejor. Estaba agotada por tanto acontecimiento y eso la calmó de manera que se atrevió por su propia cuenta a no tomar la medicación.

domingo, 25 de marzo de 2007

SUEÑO....


Esa mirada.
Nunca hubiese imaginado tanta química, tus ojos derrochando ternura, tu boca entreabierta, solo para mostrar esa sonrisa, esa sonrisa que me llega al alma. Todo tú, tan solo dirigir mis ojos hacia ti y encontrarme con los tuyos a medio camino, es pura electricidad que me recorre todo el sistema nervioso.
Es una embriaguez indescriptible, es otro estado, otra dimensión.
Te acercas... dos tres, cuatro pasos a lo sumo, el corazón desbocado, imposible calmarlo en estos momentos. Tus manos, buscan las mías, queriendo alcanzarlas antes, acelerar ese primer roce, esa primera caricia y ya se ha esfumado todo miedo, toda duda, el corazón se calma, ahora si esta seguro de haber encontrado su lugar.
Tus ojos no se apartan ni por un instante de los míos, recorren mi cara y tus manos dejan las mías para apoderarse de mis mejillas, una caricia de tus labios sobre mi boca, solo un suave roce... justo para saborear tu calor, tu olor.
Tu aliento se apodera de mis sentidos, un suspiro. Los poros de mi piel reciben toda tu sensualidad.
Tus manos bajan, revoloteando, rozando a penas mi piel, ansiosas de recorrer todo ese territorio que te ha pertenecido desde tiempos inmemoriales y que yo gustosa lo he reservado para ti, he sido fiel guardián de todos estos sentimientos que solo a ti te pertenecen.
Noto como cambia tu expresión, como tu voz se vuelve más sensual. Un “te amo” entrecortado por todo ese raudal de sentimientos, mis pechos en tu pecho, puedo oír tu corazón, y mis manos acarician tu cuello, tu pelo... suavemente. Un acople perfecto de cada una de nuestras curvas. Excitación, olor, respiración...todo se confunde, se mezcla.
Un momento de calma, y nos quedamos así abrazados reponiéndonos de tanta emoción.
-Es el sitio perfecto, aquí junto a ti quiero quedarme.
Y me miras con infinita ternura, y me sonríes.
Mi boca busca la tuya, mis labios besan cada cm de los tuyos, dejando tras de sí mi huella húmeda y continua recorriendo ese pequeño espacio como si fuera eterno.
Tus labios se abren, aprisionan los míos y todo tú me llenas de tu sabor...un beso largo profundo devorándome poco a poco.
Tus manos apretando mis nalgas, todo mi cuerpo aprisionado en el tuyo, siento una ligera mordida sobre mis hombros y se escapa de mi boca un suspiro largo profundo, y mis manos te buscan con deseo irresistible, desesperado.
Me gusta acariciar tu sexo entre la ropa. Apretarlo fuerte, con ternura, con decisión. Me haces humedecerme y así me tienes.
Desabrocharlo lentamente y notar ese miembro cálido, producto de tanto deseo de tanta pasión, te estremeces al contacto de mi mano, en ese lugar donde todo tu deseo se agolpa.
Te miro, tus ojos entrecerrados por todo ese derroche de placer.
Mis piernas se entreabren para mostrarte el camino de mi humedad, donde ya no cabe más. Y dirijo tu mano justo ahí, sin miedo, con la seguridad de que lo deseas, y me acaricias y me transportas, haciendo de cada roce, de cada gesto un sueño.
Tus manos, tu boca, tus caricias es como si adivinasen cada uno de mis deseos más íntimos.
-¡Bien!...así -me dices-, mientras te voy descubriendo con mi boca, mordiéndote suavemente.
Tu sexo se inflama entre mis manos, entre mis labios, entre mis dientes, con mi lengua, mi saliva.
Quiero que me bebas que me saborees hasta lo más profundo, que sientas mi placer por todos lados.
Nos alimentamos el uno del otro durante largo rato, dejando huella, humedad, sudor calor, agitación.
Quiero que me lo hagas, quiero sentirte dentro de mí, quiero sentir toda esa fuerza dentro de lo más intimo. Hazme el amor.
-¿Quieres aquí?, ¿te gustaría?- me preguntas-
Y justo allí, sobre la mesa me tumbas, abres mis pernas lentamente. Nuestras miradas fijas, clavadas, haciendo de este momento algo inmortal, eterno.
Todo se acopla, tu calidez, tu dureza, tu suavidad entrando lentamente apenas rozando, poco a poco, empujando.
Y sales...entras, botando sin descanso...
Suspirando, jadeando...mis oídos se llenan de tus sonidos confundidos con los mios, resbalando, ..... y una cálida ráfaga de humedad entra, resbala, se desliza, baila, juega, gira.
Me gusta como me amas con esa furia que me acaricia a la vez que me desboca, me transporta a otro mundo. Ya todo es uno, nuestros movimientos, dos máquinas perfectas, y así...mas y mas, hasta que explotamos al unísono, y todo se llena de color, de melodías, de estrellas, de tanta belleza, que pareciera sacado de un cuadro del paraíso, digno de dioses. y todo ese placer va cediendo... dando paso a una infinita ternura, inalterable, desde siempre.


sábado, 24 de marzo de 2007

LLEGÓ LA PRIMAVERA....Y CON ELLA ESTOS RECUERDOS

...Corría el año 2.002, no eran buenos momentos para mí, aún recomponiendo mi nueva situación familiar, intentando salir a duras penas del día a día. Ya no podía pasarme algo peor, pero aún quedaba una "sorpresa" más. Salen los destinos definitivos para el curso 02/03. Junto a mi DNI, mi nuevo destino: ALGATOCIN.
Recuerdo como temblaban mis dedos intentando encontrar ese punto en el mapa, y allí estaba, perdido entre las montañas de la sierra del Espino y el mundo se me vino abajo. Pero sorprendentemente fué el pistoletazo de salida a MI vida. Y una mañana de septiembre aterricé allí con mis tres hijos, la kangoo de mi padre llena de maletas, cajas de libros, juguetes de los niños, empecé a descargar con la sensación de que lo que realmente descargaba era toda mi vida metida en cada uno de esos bultos...La gente me miraba, entre sorprendida y curiosa por ver algo o alguien diferente en su vida diaria, donde solian pasar pocas cosas. Un viejecito, sentado en una silla tan vieja como él, tomaba el sol con los ojos casi cerrados. Parecia el único que no se percataba de mi presencia. De repente abrió sus ojos, me miró fijamente y me preguntó.
-¿Y digo yo... donde está su marido?
Me quedé un poco cortada, le sonreí y solo alcancé a contestarle,- no tengo marido... dió un golpe con su bastón en el suelo mientras susuraba entre dientes un "me cago en la mar".
Desde ese día, no dejó de traerme frutos, que el mismo cultivaba en su huerto.
Y fué en ese pueblo donde empecé a crecer de nuevo, donde nos acogieron con los brazos abiertos... esa gente sencilla y noble.
Fué un año donde aprendí a vivir conmigo misma, a solas. Mi interior se creció, allí podia perderme tranquilamente en el campo, sentarme bajo un árbol, o bajarme al rio y sencillamente respirar ese aire limpio, aprendí a disfrutar de esos momentos, de mi soledad, a vivir sin prisas...El invierno fué duro por las condiciones climáticas de la zona...Y llegó la primavera. Para ese tiempo mi corazón ya estaba recuperado.Todo el paisaje pareció despertar de su duro letargo invernal con ese derroche de belleza, de colores, de olores...
y justo allí admiré por primera vez... las flores del cerezo...

domingo, 4 de marzo de 2007

vuelvo a mi laberinto







Ha sido casi un mes alejada de este mi pequeño espacio, donde descargo mis emociones más íntimas. Tras varios intentos por teclear, me decido un poco obligada por mi misma, por no dejarme caer en la desidia.
Después de unos dias fuera de mi ciudad, vuelvo con algo más de ganas por retomar todo lo que había dejado inconcluso (entre esas cosas estaba mi blog). Asi que Anita, espero que entres y veas que vuelvo a escribir, para que no me "regañes" con eso de ¡oye que pasa contigo que entro en tu blog y ya no escribes!
Me he dedicado a caminar, a recorrer ese damero de calles por el casco antiguo de Cadiz. Es curioso, mi sentido de la orientación casi se anula cuando me adentro en esta ciudad y a pesar de todo, me encanta sentirme un poco perdida entre esas callejuelas.
He pensado mucho, y aún sin haber sacado ninguna conclusión en claro sobre mi vida, me ha sentado bien. Disfrutar de los pequeños momentos...La luz de los atardeceres en la playa de la Caleta, el olor a mar en cada esquina.... la sensación de inmensidad, la he sentido allí como en ningún otro lugar. A veces es importante sentirte una mínima parte de este mundo, porque asi tus malos rollos, disminuyen, se hacen más insignificantes....menos terribles.
Ya en casa, vuelvo a encontrame a gusto. Este sin duda es mi lugar, donde quiero estar; aunque a veces, como le escribía hoy a mi amigo J.A., mi espacio está necesitando de alguien con quien compartir estos pequeños momentos con una sonrisa, una conversación, un roce de piel, incluso un silencio lleno de complicidad porque a veces se me hace demasiado grande para mí sola.
Leo una entrevista de Almudena Grandes ..."A mi el amor me parece que es el motor de la existencia. Enamorarte es una de las cosas más grandes que te pueden pasar en esta vida, probablemente la más grande. Es una especie de estado de gracia que quizás no dura todo lo que tiene que durar, que quizás no es, en todos los casos, tan maravilloso como debería ser. Pero está ahí, y es una de las cosas que te hacen vivir, tirar para adelante.....Una pareja también es una inversión...." Y claro ahora me doy cuenta de que es lo que pasa conmigo respecto a las parejas. Yo en cuestiones de inversiones, y demás proyectos de ese tipo nunca he sido nada lista. Debe ser esa la causa de mi suerte.