lunes, 9 de julio de 2012

LA LLEGADA III

Era una luz casi mágica. La mañana se había despertado diferente. Así lo percibió Nelé.
A través de su ventana observó la espesa bruma que cubría todo el valle, lo que presagiaba un día limpio, claro y luminoso.
Observó con especial detenimiento el prado verde que se le mostraba ante sus ojos; el bosque de quejios y a lo lejos los pequeños cerros moteados de pino negro, hayas y abedules....Todo eso le atrajo poderosamente la atención esa mañana.
Todo se mostraba diferente ante sus ojos. Esos bosques azules, verdes, grises y el recuerdo de la brisa del lejano mar.
Toda esa maraña eran el refugio de pequeñas aves, de fauna que se escondía entre sus frondas...
Pero había algo más oculto a la vista, su sexto sentido buscaba algo muy concreto aún sin saber que era.
El aire se respiraba con otro aroma, aspiró con fuerza a través del enorme ventanal que presidía  su habitáculo, cerró los ojos y volvió a llenar sus pulmones de ese olor.
No era un olor habitual, por eso supo desde ese instante que algo o alguien con aires nuevos requerirían su presencia.
Se apresuró a asearse. Llenó la tina con agua fresca, se fregó manos y cuerpo con pusanga, su planta favorita. Su piel color canela brillaba al contraste con la luz que se filtraba por cada ranura de la estancia y sus ojos verdes, acentuaban aún más su belleza.
No era fácil adivinar su edad pues por su esbeltez y cuerpo bien formado parecía un joven; pero adentrándose en su mirada parecía un ser fuera del tiempo, como si esos ojos te hicieran ver toda la sabiduría que se encerraba en ese hermoso cuerpo.
Era Nelé un ser de aguda inteligencia, con un cuerpo flexible y ágil, y una energía que se mostraba ilimitada.
Bajó por la falda de su volcán haciéndose con algunas plantas y raices que solo serían efectivas si se recolectaban con la primera luz del día.
No tardó en llegarle ese aroma inusual y tan intenso que casi le mareaba. Pero a la vez era un aroma sin vida, con olor a viejo...


                                           * * *


El viaje estaba siendo tan agotador que a la Doña le dolía cada centímetro de su cuerpo. Estaba al borde del desmayo. Sus fuerzas le flaqueaban y apenas podía ni hablar.
Había sido una locura enrolarse en esa aventura y dejarse llevar por los sentimientos. De sobra sabía que ese no era el camino. Pero ya no podía dar marcha atrás.
Llegaron al poblado, lo que provocó un revuelo de niños, hombres y mujeres sorprendidos al ver llegar a una mujer de piel tan blanca, casi transparente y ataviada con unas ropas tan poco adecuadas para esos lugares.
La algarabía que se montó y el calor sofocante no hicieron más que empeorar el estado de la Doña que poco a poco fué cayendo en un estado de semiinconsciencia  que le prococó un profundo sueño del que ya no quería despertar.
Sus ojos cerrados y su piel tan blanca le hacían parecer un ser de otro mundo, algo casi mágico... Sus brazos caidos, su cabeza hacia atrás dejaba caer su larga cabellera color avellana.
Ya nada podía hacer por su Doña, lloraba la ama desconsoladamente, mientras la sostenía entre sus brazos sin vida.
Esa marea humana que se había concentrado alrededor de la moribunda, se fué alejando poco a poco.
Las lágrimas caían a borbotones sobre el cuerpo inerte.
Sintiéndose culpable de todo lo ocurrido, se maldecía una y otra vez, rogándole a su Dios que se la llevara a ella, que solo ella era la culpable de haber arrastrado a su querida Doña hasta estos recónditos lugares.
- ¡Estúpida de mí! (se decía entre sollozos). Ella no quería venir. Lo hizo por el amor que me tenía y por no contrariarme....Diosa Ashbat, llévame a mi. No permitas que mi Doñita abandone este mundo....Yo soy la única culpable.
Unas manos fuertes y delicadas la apartaron del cuerpo. La ama solo pudo ver esa figura alta, esbelta y sonriente que con decisión habló.
- La ayuda del maestro, llega cuando tiene que llegar. En el momento justo.
Alzó el cuerpo entre sus brazos y con la misma decisión se encaminó hacia su lugar sagrado.
El silencio se hizo notar en todo el poblado. Ni una ligera brisa, ni sonido alguno de aves... La vida pareció pararse en ese instante
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miércoles, 14 de marzo de 2012

MAMÁ OCHA

Hacía mucho tiempo que Catalina habia prometido escribir sobre ella.
Hoy, después de muchos intentos por plasmar algo y ya cuando sentía que iba a tirar la toalla, se acordó de mamá ocha
Esta mujer ocupó un lugar importante en su infancia, y aún sin unirles lazos de sangre los afectos eran enormes.
Mamá ocha siempre trabajó en casa de sus abuelos y de sus padres. Los vió crecer y despertar a la vida.
Debía haber sido muy guapa de joven. Aún conservaba esos ojos azules infinitos y ese peinado tan perfecto con sus ondas y su moño en la nuca.
Nunca la vió  totalmente recta. "es por los dolores de las espaldas mi niña. Tu mamá ocha ha trabajado mucho desde que tenia uso de razón".
Vivía en una humilde casa justo a las espaldas de la suya. Dos pequeñas habitaciones...y en ellas toda su vida.
la habitación de abajo ni siquiera tenía ventana, solamente una cocina de leña, una mesa y cuatro sillas.La cantarera y sobre ella una repisa de obra con sus pocos utensilios para la cocina, compuesto de algunos platos , vasos y un juego de tazas las cuales nunca usaba.
El dormitorio en la parte de arriba, se accedia por una estrecha escalera de peldaños de madera. Alli habia cuatro camas, la de matrimonio y la de sus hijos ...y al fondo una pequeña ventana. Nuca recordaba Catalina haber visto nada de desorden en esa humilde vivienda y eso que eran cinco personas las que compartian ese pequeño espacio.
Tenía tres hijos machos, a los que Catalina consideraba como de su familia. Eran guapos distinguidos, lo que contratasba con la condicion de humildes...
-A mis hijos nunca les ha faltado un trozo de pan que llevarse a la boca, y siempre lo he ganado honradamente. Decía orgullosa mama ocha.
A catalina le encantaba oir las historias que le contaba. Historias que siempre creyó como pura fantasia pero que conforme pasaba el tiempo e iba madurando empezaba a entender que era su propia vida la que iba desgranándole poco a poco.
Disfrutaba en acompañarla cuando iba a lavar al rio. Con su gran canasto de mimbre apoyado en su cintura... Catalina iba feliz...su abuelo le habia hecho una pequeña tabla para lavar tb y alli a la orilla del rio mientras mama ocha restregaba una y otra vez la ropa, la pequeña observaba e imitaba cada uno de los movimientos para dejar reluciente toda la colada. Despues extendian la ropa sobre los matorrales y subian alegremente para regresar por la tarde a recogerlos.
-Hubo una guerra, una guerra con muchos muertos, todos se mataban entre ellos.


Mi Frasquito era republicano, del bando de los perdedores. Pero nunca hizo mal a nadie, nunca cometió ningún crimen. Aún asi no nos atrevimos a quedarnos en el pueblo por miedo a las respresalias.  y mi frasquito y yo por miedo a que me lo mataran huimos del pueblo.
Era una noche fria de invierno, no íbamos solos, Tambien venia Maria la tuerta con sus niños, Paco "el serio" y su prole, Rafael "Chorrohumo" y "el chispo".
-Bueno mi niña...ya llegamos a la casa,
-sigue contandome, le suplicaba la pequeña....
- Luego, cuando volvamos a recoger los trapos te seguiré contando. Ahora vamos a comer y luego tendrás que dormirte una buena siesta para estar bien despierta y escuchar el resto de la historia.
La familia de Catalina era del bando de los ganadores, nadie se lo dijo; pero ella lo sabia ella sabía que nada de esas historias debia contar en casa. Entendia por no se que instinto natural que debia ser un secreto entre ella y mamá ocha.
La tarde de verano discurria placidamente mientras catalina esperaba inquieta la vuelta a esa noche fria de invierno que contrastaba con el calor sofocante de ese mes de agosto.
-Salimos de madrugada cuando mas oscura estab la noche. un par de mulas acarreaban los pocos enseres que llevabamos, no podiamos llevar mucha carga.
Entonces una sonrisa amarga se dibujaba en su rostro...."yo llevaba a mis mellizos, a mi rosita y a mi paquito".
Eran muy chicos y aun los amamantaba, los llevaba arropados con unas telas, cada uno a un lado, pegaditos a mis costados. Iban bien calentitos y dormian plácidamente.
Caminamos y caminamos, dias y noches y mas noches y mas días......
Vimos muchos horrores por el camino...casas, pueblos enteros desolados. Mucha miseria mi niña y conforme subiamos para Francia mas frio y mas cansancio...
Cruzamos un rio mu grande, dicen que es el mas largo de España.  Mi Frasquito pensaba que cuando cruzáramos a la otra orilla nos encontrariamos con los nuestros, y a salvo...Pero no...cuando pasamos ese gran puente solo con verle la cara a mi marido entendi que nada teniamos que hacer alli...Así que no nos quedó mas remdio que seguir, y seguir...Ya no éramos solo los del pueblo. Nos unimos a una larga fila de familias enteras...niños, mujeres, hombres, abuelos.
Lo peor era el sielncio, ese silencio interumpido solamente por algun llanto de niño o lamento...lamento que solia venir acompañado por una parada....para dejar algun ser querido alimentando la tierra que pisábamos...
Una de esas paradas....tuvimos... que hacerla... para enterrar a mis niños, juntos nacieron y juntos se me fueron...
En ese instante sacaba su pañuelo del delantal y se enjugaba sus lágrimas...aunque decia que habia llorado tanto que apenas le quedaban lágrimas en los ojos....
-Ni siquiera se donde los enterramos, pero todas las noches les rezo porque digo yo, que siendo tan chicos tienen que ser unos angelitos ¿verdad mi niña?
Llegamos a Francia en el mes de diciembre, a un campamento donde solo habia arena y alambradas.
Eran mala gente esos franchutes y nos trataron muy mal...como si fuésemos animales.
Y con la pena de haber perdido todo, a mis niños , la guerra, nuestra propia vida en ese largo camino....
Nunca me perdonaré haber salido del pueblo, si me hubiese quedado mis niños estarian hechos unos mozuelos dignos de ver. pero...¿que puedo reprocharle a mi Frasquito?...¡ Si esel hombre mas bueno del mundo!
Y volvimos al pueblo, con la cabeza gacha, con la losa de ser los vencidos sin haber hecho nada malo... con una mano atrás y otra alante.
Tu abuelo fue muy bueno con nosotros y doy gracias a Dios y a la santisima virgen del Carmen.
Ahora recojamos los trapos que se van a acartonar mi niña y vamos pa la casa......
Subian en silencio, un silencio en honor a toda esa gente que caminó por tantos dias y tantas noches. Una al lado de la otra. Carolina ya no queria preguntarle nada más; solo quedaba respetar su memoria, reflejada en su mirada,  perdida en esos tristes recuerdos....


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