sábado, 29 de marzo de 2008

LLEGÓ LA PRIMAVERA


Y aquel año aún no sintió los efectos.

Tenía la sensación de que en los últimos tiempos no pasaba nada en su vida. Sentía la necesidad de escribir, y la la vez nada tenía que contar.

Salió a pasear cerca del mar, su mar mediterraneo. La tarde estaba languideciendo, la playa solitaria...la sensación de que solo a ella pertenecia esa inmensidad.

Paseó en silencio, llenando sus pulmones de ese aire limpio, con ese olor tan especial.

Y se volvió a sentir una parte tan mínima de este mundo, esa sensación que le hacía despertar de sus problemas, de sus angustias y que le hacía darse cuenta, que magnimizaba demasiado en su vidas, que todo pasaba.

A lo lejos las casas blanqueadas adquirian un tono rosáceo provocado por las últimas horas de sol. Era una tarde apacible, con una temparatura agradable, una ligera brisa le acarició suavemente su rostro.

Liberó su mente y sus pensamientos, dejando que circulasen con libertad por su cabeza y se dejó llevar por el ritmo de las olas.

No pensó en nada importante...