Corrian malos tiempos...
Aún se sentía bonita. Se miró en el espejo mientras se desnudaba y ese frio cristal azogado le devolvió la imagen de una bella mujer, una mujer madura pero que aún no había perdido esa belleza innata, esa que con el paso de los años se acrecenta en vez de aminorarse.
Solo su mirada, sus grandes ojos delataban por todo lo que estaba pasando, ellos si eran fiel reflejo de su alma y de como se sentía en esos momentos, donde apenas le quedaban fuerzas para sacar adelante a su prole, su pequeña tribu que a pesar de ser de un comportamiento intachable aún eran pequeños para salir al mundo a buscarse la vida, además Benilda queria algo mejor para ellos.
Su mente andaba algo inestable y daba saltos en sus recuerdos de una época a otra sin razón
aparente ni lógica alguna.
Salió al patio... el olor a jazmines y a dama de noche la relajaban. Y se sentó en la mecedora de su bisabuela, que desde siempre habia estado allí.
Cerró los ojos y se dejó llevar por el vaivén de sus mecidas mientras los olores la emborrachaban de tal manera que su mente se quedó en paz.
Era una mujer de una gran intelectualidad, trataba de ayudar a todos los que la
necesitan y requerian de ella. Poseia una gran seguridad en sí misma, tanto en el ámbito
familiar como laboral, manteniendo una gran comunicación con todos los que la rodeaban.
Solía ser cariñosa y atenta con toda la gente. pero con la persona que se instalaba en su corazón, ese cariño y esas atenciones se desbordaban...Y Necesitaba que su pareja le demostrase
constantemente su lealtad y afecto....Lo que inevitablemente los asustaba y se retiraban de su lado...
Se quedó medio adormilada y entre sueños recordó una pequeña historia que le contó una muy querida compañera de trabajo.
Hubo un tiempo en que un arquero quiso alcanzar la Luna. Sin descansar, lanzaba sus flechas hacia el astro. Los vecinos comenzaron a burlarse de él. Inmutable, siguió lanzando sus flechas. Nunca alcanzó la Luna, pero se convirtió en el mejor arquero del mundo...
Esta idea, este pequeño cuento le hizo reflexionar mucho acerca de su mensaje. En definitiva se sentia muy identificada con el arquero, ese del que se reian sus vecinos...A veces creía que lo que buscaba, lo que esperaba era inalcanzable, como la luna misma, pero insistía una y otra vez...intentaba, probaba tantas veces como ese arquero intentaba con sus flechas.
El mundo de los afectos y de las emociones tenia un carácter difuso y ambiguo... Pero era increible la capacidad de recuperación que tenia ella... cómo se producía una rehabilitación de sus afectos continuamente, cada vez que caía en la soledad y en el desengaño.
A veces pensaba que esas profundas carencias afectivas, esta fragilidad de los vinculos entre personas no era más que el producto de esta contemporánea sociedad.
El famoso pensamiento pascaliano «El corazón tiene razones que la razón ignora», muestra que el corazón obedece a una lógica propia que abre el mundo de un modo que permanece cerrado a la razón. El corazón se mueve por sentimientos, la razón se guía por demostraciones. En otros términos, el corazón es capaz de conocer las verdades del alma, mientras que la razón es capaz de conocer las verdades de la naturaleza
En definitiva, las leyes del corazón le proporcionaban una apertura afectiva del mundo que desvelaba las relaciones que establecia con el mismo continuamente. A veces intentaba autoengañarse cuando por medio de la razón trataba de taponar los sentimientos angustiosos.
Se esforzaba por huir de esta situación y se decia: "No debo seguir así; no debo entristecerme más. Tengo que ser fuerte; tengo que vencer el dolor".
Y si, lo conseguia hasta que en poco tiempo volvia a intentarlo de nuevo.
Volvió a recordar a uno de sus escritores favoritos : "El amor es un signo de madurez que a su vez nos madura. No se concentra, se desborda. Por eso es tan difícil que permanezca, cambia o se va. Pero mientras dura es eterno....Eterno y de cristal. Igual que un sueño"
