martes, 30 de septiembre de 2008

PUNTO Y APARTE


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Pensaba Catalina que seria bonito poder inventar una melodia que llenase su vida en esos espacios que aún quedanban por llenar.

Una melodia llena de colores que apagara los grises que atormentan su alma y su espiritu.

Debía ser una melodia hecha a base de silencios, imprescindibles para que tuviese un ritmo bien acompasado.

Y con él empezar a caminar de forma libre, donde cada átomo de su existencia se convirtiese en un baile sereno.

Estos pensamientos empezaban a salir de su cabeza, y a golpe de teclado conseguia sacar parte de esa melancolía que de vez en cuando la visitaba sin avisar y la dejaba exháusta.

Aún así, no era un estado totalmente desagradable porque sentía que cada uno de esos momentos eran un reencuentro con su yo interior, ese que nadie más que ella conocía y al que a muy poca gente le hablaba de él. Sencillamente porque pensaba eran sensaciones que debia ir solucionando ella sola. Sabía que podía dar mucho más al mundo, su necesidad de entrega y de amar, a veces se le hacía demasiado grande y no encontraba lugar donde poder desarrollar esos sentimientos que le desbordaban.

Este año le quedaba pasar una pequeña prueba importante. En unas semanas se debia hospitalizar y la idea de esos días encerrada hacía que su mente se llenara de pequeños duendecillos que le atormentaban con dudas y preguntas a las que nadie le daba respuesta, seguramente para no preocuparla.

Así que sin mas demora decidió ponerse manos a la obra.

Primero fué a un notario, allí dejó sus últimas voluntades bien precisas. Por nada del mundo quería dejar a sus pequeños en manos de ciertas personas si ella faltaba. Redactó su testamento con la mayor serenidad que pudo, aunque tuvo que hacer algunas pausas para continuar porque sentía que su voz se le quebraba. No llevaba nada escrito. Todo estaba perfectamente redactado y bien ordenado en su cabeza desde hacía tiempo.

Salió de la notaria con la tranquilidad de haber hecho bien las cosas. Ya todo había quedado perfectamente descrito en esos tres folios, esos papeles que encerraban quizás las decisiones más importantes de su vida.

Se fué a comprar un pijama bien lindo y el último libro de uno de sus escritores favoritos, ese que más serenidad le transmitía.

Hubiese querido que alguien la hubiese acompañado, pero ese alguien con quien soñaba aún estaba por llegar a su vida.

Estos días de espera se le estaban haciendo interminables, ella una mujer tan decidida y tan activa, se veía relegada a la decisión de terceras personas y nada podía hacer. Solo esperar.

Las nubes se vistieron de gris plomizo, cargadas de agua, un agua que auguraba lo que estaba por venir.
Los paraguas negros bailaban como sombreros de copa por los aires y su corazón andaba algo asustado.....
No cabia más razón que la decisión de aventurarse a esa lluvia intensa que limpiase toda suciedad, todo miedo.

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