martes, 9 de septiembre de 2008

NO ERA UN DIA COMO LOS DEMÁS


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Definitivamente no era un día como los demás.
Hadas y deidades de la naturaleza andaban sueltos por los campos; se disponían a celebrar una fiesta, cargada de gran poder y magia.
Era el momento justo para pedir por la fecundidad de la tierra y de los mismos hombres
Se habían reunido después de muchos lustros sin haber tenido reconciliación posible, pero esta era una ocasión más que especial, celebraban el encuentro de dos almas que andaban vagando por mucho tiempo perdidas.
Almas que a pesar de su gran sabiduría y nobleza no habían encontrado corazón en que anidar esos grandes valores y sentimientos.
Habló primero la mayor de las hadas, Penélope era seria y justa, y cuando levantó la mano se produjo un silencio casi sepulcral. Solo enturbiado por la suave brisa que hacía balancear las ramas de los árboles.
- Bien mis queridas compañeras... -Sus ojos se iban deteniendo en cada uno de los rostros-. Todas sabemos cual es el motivo de nuestro reencuentro y que gracias a este hecho inesperado, pero a la vez de tan suma importancia.... se ha producido una unión entre todas nosotras, un punto común y el que no dudo será el inicio de otros muchos.
La más impulsiva de ellas, Ariadna saltó de un brinco y quiso saber más detalles del acontecimiento que estaba por ocurrir.
- Y ¿para cuando será, como se va a producir, donde?
Candelaria le dio un tirón y la sentó de un solo movimiento.
- No seas impulsiva Ariadna y deja que Penélope nos ponga al corriente en su justa medida, ella mejor que nadie conoce los entresijos de estas situaciones y sobre todo conoce a Eleonora. Ya desde tiempos inmemoriales han compartido momentos muy decisivos de sus vidas.
-Lo importante de todo esto -continuó Penélope- es que el encuentro entre estas dos almas tan complementarias, se produzca de la forma más natural posible, que no sospechen de ninguna manera que todas nosotras andamos velando por ellos. Porque son tan temerosos que rápidamente podrían dar marcha atrás.
Nuestro deber estará en impedir que otros entes interfieran de forma negativa. Nuestra labor será exclusivamente salvaguardarlos ante adversidades que estoy segura se van a producir. Porque el mal siempre anda acechando, sobre todo a estos que no conocen de la envidia y el rencor.
Bailaron y saltaron alrededor del fuego para purificarse y protegerse de influencias demoníacas.
Era un acto simbólico con la finalidad de que “no perdieran fuerzas”. En su conciencia interna sabían que el fuego destruía lo malo y lo dañino.
La atmósfera se cargó de un aliento sobrenatural que impregnó cada lugar mágico del planeta, era el momento propicio para estremecerse e ilusionarse.
Y las dimensiones mágicas de la realidad abrieron las puertas al futuro.
Samuel es un hombre solitario, lleno de riqueza interior y de sabiduría. Pero le falta ese empuje esa creencia en encontrar un espíritu con quien compartir su camino.
Un personaje de gran talla: un Sol menor que abre camino al gran Sol, con una firmeza que haría temblar al mismo rey Herodes. Tiene una misión, y nada le acobarda. Prepara los caminos. Es La Voz que clamaba en el desierto.
Tiene un encanto y una virtud invencibles. Se impone con la fuerza positiva del mismo Sol, con la viveza del fuego, con la fecundidad de la verbena. “Entre los nacidos de mujer, nadie más grande que él”.
Es un renacimiento personal, en lugar de una ininterrumpida supervivencia. Aunque él aún lo desconoce.
Eleonora siente la tibia agua con la que lava los platos. Ella, la de siempre, está limitada a ese pequeño espacio en la tierra sin forma alguna de escapar. Siente penas, emociones y la inmensa pequeñez de su soledad terrenal, pero es incapaz de sentir lo acompañada que realmente está. No está sola y muchos espíritus que la acompañan se nutren de su riqueza interior.
Ignorante de su grandeza, continúa con su rutina, lucha día a día sola, sin más ayuda que la propia fuerza de su entusiasmo por La vida.
Es la emperatriz inigualable en el mundo de los espíritus, pero ella no lo sabe.
Es uno de esos espíritus insólitos en los que se complace la Naturaleza.
Y en poco ascenderá a su trono. A La hora sin sombras. La hora en que dejará atrás su soledad. Para siempre.
Vestida con un vestido blanco semitransparente, de una tela barata que contrasta con su piel dorada y unas sandalias. Al compás de la música, moviendo las caderas, todo su cuerpo de una manera bella, tan distinta, tan nueva, continua lavando los platos. Es la belleza salvaje de la vida y defiende el derecho más humano de todos: el derecho a bailar a su propio ritmo.
Cree firmemente en Lo que es infrecuente, cree en el amor completo (sexo, mente, espíritu, cuerpo y todo a la vez), casi como la explosión de una supernova.
No comparte el concepto pessoano del amor:” amamos la idea que inventamos del otro”
Pessoa, gran poeta pero tan deprimente, tan pesimista. No, ella cree que no hay nada más bello que el encuentro real entre dos seres humanos: esa comunión que te libera de ti mismo.
Samuel está solo, pero sabe que es solo una soledad física. Es un hombre con una fe muy fuerte y es consciente que eso lo fortalece día a día.
Hace una tarde calurosa. Aún así sale a caminar un rato. Necesita sentirse parte del universo, liberarse de todos los problemas cotidianos que le absorben, y le anulan todo poder de decisión.
Es un hombre bueno, con un alma limpia y una necesidad de amar desmesurada. Se refugia en su fe, la que le aporta esa fuerza para continuar por este camino que a veces se le hace tan largo, tan estrecho y tan asfixiante.
Hoy ha salido con la misma idea de todos los días, pero él no sabe que hoy será uno muy especial...hoy conocerá a alguien que será decisivo en su vida, alguien que sin ni siquiera intuirlo le acompañará por siempre y nunca más se sentirá solo en este mundo terrenal.
Cada uno de los pasos que da le va liberando de su pesada carga, llena de culpas que no le pertenecen pero de las que se cree único responsable.
Pronto sabrá que nada de eso le pertenece, pero necesitará su tiempo para reconocer, para comprobar que no es culpable de nada.
Camina rápido, necesita hacer ejercicio...
Hoy Eleonora no piensa salir a la calle, el calor es sofocante y pegajoso. Se quedará en casa, seguramente acabará la novela que tiene entre manos y poco más.
Extrañamente no la encuentra y está segura que la dejó en su mesilla de noche. A veces se desespera con su desorden, Pero... ¿Dónde habrá puesto el dichoso libro? Al final decide salir, irá a dar un paseo,respirar aire fresco le liberará de parte de su soledad.
Camina rápido, necesita hacer ejercicio...


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un relato tan lleno de magia, kether.
una vez más consigues plasmar el alto nivel de sensibilidad que tienes y que todos/as los que te conocemos hemos podido intuir o nutrirnos de él... Porque tú tal como Eleonora, eres uno de esos espíritus insólitos en que se complace la naturaleza.
No dejes de escribir.
Miles de besos

PuriRG dijo...

¡¡¡Como echaba de menos un relato de los tuyos!!! Desde Julio sin escribir ¡¡ufff!! Precioso relato, como cada uno de los tuyos. Hoy en un huequito he entrado a ver si había algo nuevo y me he encontrado con este precioso relato.
Estoy de acuerdo con el comentario anterior, no dejes de escribir.
Besitos guapa.

kether dijo...

Mi querida amiga Arwen.
Tú como siempre siendo mi amiga incondicional.¿sabes? me alegra mucho saber que disfrutas con la lectura de mis sencillos escritos, que no son más que pequeñas vivencias, sensaciones, sueños...
Ya sabes que es mi válvula de escape tan imprescindible para mantenerme bien y estable emocionalmente. No pretendo nada más.
Pero me encanta saber que compartes conmigo este espacio, porque entre otras cosas aunque apenas nos veamos, me conoces muy bien. Por tu gran sensibilidad.
Un beso enorme para tí preciosa.
Mi qerido anónimo, aunque puedo sospechar quien eres, no pretendo indagar. Porque respeto que decidas aparecer así en tus comentarios. De todas formas seas quien seas, me conoces y te agradezco las lindas palabras que me has dejado.
besos