Debiera haber aprendido, a mis años, que no debo esperar nada.
Hay momentos en que quiero que formes parte de mi vida, aunque te pares en la puerta y dudes entrar.
Te gusta dudar, primero porque no quieres comprometerte y porque eso te da un margen de maniobra para observarme, como un adversario en un juego de poder, detectando los fallos para luego conducir mejor tu estrategia. Y juegas siempre, a veces en mi bando, otras contra mí, para que yo no sepa con lo que puedo contar.
Y me hablas del futuro, del tuyo, del mío; a veces del nuestro, pero nunca sabemos cuando volveremos a vernos.
Cuando nos encontramos, siento que te acercas y luego te alejas un poco más, como estuvieses haciendo el recorrido inverso.
Me miras despaccio, como leyéndome el alma. como sabiendo que siempre estaré ahí, aceptandolo, dispuesta a aceptar lo que tú quieras, siempre servicial, siempre cerca, siempre anhelante.
2 comentarios:
Tienes toda la razón, lo que no nos mata, nos hace más fuertes... y las cosas que nos pasan, siempre pasan porque tenemos algo que aprender de ellas...
Leyéndote me recuerdas a mí misma...
Ánimo nena, que tú vales mucho!!
Un abrazo.
Si si, de acuerdo totalmente en que de todas las cosas que nos pasan, sacamos un aprendizaje...
Mi duda ¿Es un aprendizaje realmente significativo, valioso?
Me sonrio cundo me dices que te recuerdas a tí misma...Porque seguro que tú también vales mucho y que eres una mujer llena de buenos valores.
Cuidate Glora.
Un besote.
Publicar un comentario