PUNTO Y APARTE
Hace
una noche fría. Morfeo se resiste a acogerla en sus brazos. Toda la
tensión se le acumula en el hombro y en el cuello. Intuye que va a ser una noche muy larga y el reloj marca
las 4 de la madrugada. Con paso cansino se dirige a la cocina a tomar
un calmante. Seguramente le
hará el favor de que pueda descansar aunque solo sean unas
horas.Por fin empieza a notar mejoría y cierto relax como
antesala del sueño.Mañana no será un día fácil y se desata
lo peor de ella por no entender. Nunca pensó que sería tan fácil
deshacerse de todo, en definitiva deshacerse de ella. A pesar de
todos los contratiempos.Se imagina donde pueda estar ahora. Pero
no, no dejará que su mente se atormente ni un minuto más. Será otra noche larga y después, la nada, el vacío, la
oscuridad... No habría reproches esta vez.Volvería a encontrarse sola, una
soledad que la atormentaría a cada minuto que pasaba, cada segundo,
cada respiro sería como un arma clavándose mas y más adentro de su
alma.Pasarían las horas sabiendo que ya no había marcha
atrás.Había
pasado toda la tarde leyendo, de vuelta a sus papeles y a meterse en
historias ajenas para olvidar por unos instantes la suya propia.
Tenia que sobrevivir a las situaciones que la
vida le plantaba en el camino.
Llevaba mucho tiempo sin
escribir, olvidándose de sus pequeños proyectos y sus
hábitos por expresar mediante palabras sus emociones mas
íntimas.
Quizás fue muy exigente, pero había muchos
sentimientos en juego. y eso era lo mas valioso que tenia, lo
mas valioso que podía ofrecer.
Curiosamente, cada vez que esa
sensación de tristeza, soledad y melancolía se apoderaba de ella,
era cuando las ideas le llegaban con más facilidad. Y así nacían
palabras y escritos llenos de belleza.
Sus manos
temblaban ligeramente , más por el estado de
nerviosismo que por su salud pues aunque un poco
débil tenía fortaleza suficiente para sobrellevar ese estado de
catarsis que le embargaba.
Una vez más sonó la alarma de su
corazón, avisándole de una inminente caída al vacío, mientras
seguía aferrada a sus recuerdos y a los últimos momentos felices.
Su mente divagaba de un recuerdo a otro sin sentido ni relación
aparente entre ellos.
Había aprendido a vivir con esas ausencias que se repetían
con demasiada frecuencia aunque a fin de cuentas era ella la que lo permitía una y otra vez.
El abandono
era el protagonista de ese estado emocional que a golpe de dolor
anidaba en su interior. Era una seducción al sufrimiento
Su mente
intentaba buscar razones y argumentos (ciertos o no) para intentar
entender o poder escapar de ese sufrimiento, intoxicándose con esa
idea y haciéndose sentir culpable.
Tuvo que aceptar ese abandono
como un hecho singular, parte de la vida e irremediablemente, como un
derecho personal de un tercero que no le daba opciones. Así aprendió
a ver que la vida no siempre tiene explicaciones sensatas para
explicar lo que se siente, o lo que sucede en ella y muchas veces
había que aceptarlo porque las cosas son como son, sin intentar
entenderlas, solo viviéndolas. Con
el tiempo, uno llega a la conclusión de que las cosas no
suceden porque si, sino que tienen su propio sentido aunque no seamos
capaces de verlo en un primer instante.
"Parte
de la felicidad de la vida consiste, no en entablar batallas sino en
evitarlas. Una retirada magistral, es en sí misma una victoria".
-Norman Vincent Peale
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