lunes, 14 de julio de 2014

PUNTO Y APARTE

Hace una noche fría. Morfeo se resiste a acogerla en sus brazos. Toda la tensión se le acumula en el hombro y en el cuello. Intuye que va a ser una noche muy larga y el reloj marca las 4 de la madrugada. Con paso cansino se dirige a la cocina a tomar un calmante. Seguramente le hará el favor de que pueda descansar aunque solo sean unas horas.Por fin empieza a notar mejoría y cierto relax como antesala del sueño.Mañana no será un día fácil y se desata lo peor de ella por no entender. Nunca pensó que sería tan fácil deshacerse de todo,  en definitiva deshacerse de ella. A pesar de todos los contratiempos.Se imagina donde pueda estar ahora. Pero no, no dejará que su mente se atormente ni un minuto más. Será otra noche larga y después, la nada, el vacío, la oscuridad... No habría reproches esta vez.Volvería a encontrarse sola, una soledad que la atormentaría a cada minuto que pasaba, cada segundo, cada respiro sería como un arma clavándose mas y más adentro de su alma.Pasarían las horas sabiendo que ya no había marcha atrás.Había pasado toda la tarde leyendo, de vuelta a sus papeles y a meterse en historias ajenas para olvidar por unos instantes la suya propia.
Tenia que sobrevivir a las situaciones que la vida le plantaba en el camino.
Llevaba mucho tiempo sin escribir, olvidándose de sus pequeños proyectos y sus hábitos por expresar mediante palabras sus emociones mas íntimas.
Quizás fue muy exigente, pero había muchos sentimientos en juego.  y eso era lo mas valioso que tenia, lo mas valioso que podía ofrecer.
Curiosamente, cada vez que esa sensación de tristeza, soledad y melancolía se apoderaba de ella, era cuando las ideas le llegaban con más facilidad. Y  así nacían palabras y escritos llenos de belleza.
Sus manos temblaban ligeramente , más por el estado de nerviosismo que por su salud pues aunque un poco débil tenía fortaleza suficiente para sobrellevar ese estado de catarsis que le embargaba.
Una vez más sonó la alarma de su corazón, avisándole de una inminente caída al vacío, mientras seguía aferrada a sus recuerdos y a los últimos momentos felices. Su mente divagaba de un recuerdo a otro sin sentido ni relación aparente entre ellos.
Había aprendido a vivir con esas ausencias que se repetían con demasiada frecuencia aunque a fin de cuentas era ella la que lo permitía una y otra vez.
El abandono era el protagonista de ese estado emocional que a golpe de dolor anidaba en su interior. Era una seducción al sufrimiento
Su mente intentaba buscar razones y argumentos (ciertos o no) para intentar entender o poder escapar de ese sufrimiento, intoxicándose con esa idea y haciéndose sentir culpable.
Tuvo que aceptar ese abandono como un hecho singular, parte de la vida e irremediablemente, como un derecho personal de un tercero que no le daba opciones. Así aprendió a ver que la vida no siempre tiene explicaciones sensatas para explicar lo que se siente, o lo que sucede en ella y muchas veces había que aceptarlo porque las cosas son como son, sin intentar entenderlas, solo viviéndolas.
 Con el tiempo, uno llega  a la conclusión de que las cosas no suceden porque si, sino que tienen su propio sentido aunque no seamos capaces de verlo en un primer instante.

"Parte de la felicidad de la vida consiste, no en entablar batallas sino en evitarlas. Una retirada magistral, es en sí misma una victoria". -Norman Vincent Peale


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