7:07 a.m. Suena el despertador y salir de entre las sábanas, un esfuerzo casi sobrehumano. Aún no ha amanecido, lo que no ayuda en absoluto a la pereza de cuerpo y mente que arrastro.
Las noticias en la radio me retumban en los oídos mientras preparo el café... los bocadillos para mis hijos....y poco a poco me voy despertando.
Fran aparece en la cocina muy contento, hoy tiene su primer partido de fútbol contra otro colegio. Celia ya se ha vestido. Está preciosa, con una minifalda marrón y un jersey de cuello vuelto verde, exactamente del mismo color que sus ojos. Marina me pide prestadas unas medias para ponerse sus botas nuevas, así que revuelve todos mis cajones hasta que encuentra lo que busca.
Y la casa empieza a cobrar vida, ellos (mis hijos) son los que hacen que mis mañanas tengan un sentido lleno de pequeñas cosas.
8:15 a.m. Marina y Celia son las primeras que salen de casa, un beso rápido y ya se han ido.
En pocos minutos nos vamos Fran y yo, lo dejo en su cole. Mientras espero a verlo entrar, escribo mi mensaje de buenos dias a M. Hoy va para Madrid, así que le deseo buen viaje y le pido que conduzca con cuidado.... y pongo "el automático" del coche para que me lleve a mi destino.... Me apetece escuchar a Shakira ,suena "la tortura" y subo el volumen. Me gusta esa canción llena de ritmo... y la canto.
El último semáforo antes de salir de la ciudad. Está rojo, momento que aprovecho para pintarme los labios de un naranja subido, que contrasta con la mañana gris. El señor del coche de al lado me mira y me guiña un ojo. Me siento bien y con ánimo para empezar el día.
Y empieza el cole, todo transcurre con normalidad. La hora del recreo, mientras me tomo el café, escucho la conversación tan repetida sobre política, los mismos de siempre criticando a "los rojos" y siento como algunas miradas se dirigen hacia mí. No me inmuto, hace tiempo que aprendí a no discutir sobre esos temas y mucho menos con gente de mente tan "retrógrada"; así que me levanto con una sonrisa y me voy al patio aprovechando que el sol ha salido tímidamente. Me reconforta su calor.
De vuelta a casa. El almuerzo, un bocadillo rápido y nos vamos al partido de fútbol. Nunca me gustó este deporte "nacional"; pero a Fran le está siendo muy beneficioso. Le está ayudando a relacionarse con niños de su edad, a trabajar en equipo y sobre todo está aprendiendo a caerse, a recibir algún golpe que otro; cosa que no le viene mal a un niño extremadamente tímido, sensible y criado entre mujeres. Al final ganaron y aunque él poco ha hecho (apenas correr trás el balón, con cierto miedo) está feliz y por supuesto yo también.
Ya en casa embutida en mi bata y relajada. Ha sido un día como otro cualquiera, me siento llena con mis hijos... Los miro y los veo sanos, guapos y sobre todo tan buenos y nobles que el corazón me rebosa de ternura.