Ella con la serenidad que le caracterizaba y toda la experiencia acumulada a través de los años, intentó estar relajada hasta el último instante pero sabía que el momento de la despedida, de la separación física era inevitable que las emociones aflorasen.
Era la primera vez que se separaban y era consciente de que empezaba una nueva etapa para las dos. Para su hija el comienzo de una nueva vida, llena de responsabilidades, de tomar las riendas de su vida; día a día sola y sin tener el respaldo de su madre...ahora no estaria al abrigo, no podría contar con el calor físico de su clan.
Para ella, para su madre era la aceptación de que su hija abandonaba el nido.
Era una sensación extraña, mezcla de tristeza, orgullo, alegria, soledad...
Era consciente de que su hija iba en busca de sus sueños y así se lo repitió una y otra vez antes de separarse.
Ahora la suerte estaba echada...solo le pedia a las hadas y deidades que le dieran toda la suerte y que la protegieran de todo mal...